Bienvenido.
Estás en un enclave arqueológico
producto de siglos de historia. Disfruta del paraje y respétalo,
es patrimonio de todos. Aquí tienes algunas de las claves
para comprender la historia de este lugar.
EL TOPÓNIMO
El lugar es conocido como “Balcón de los Moros” o “Balconico de los Moros” con clara alusión a su visión dominante sobre el pueblo y su entorno “balcón” y como es habitual en muchos yacimientos arqueológicos de nuestro país, la cultura popular, les atribuyó un origen y explicación que los remonta al periodo andalusí, a los “moros”, sea cual sea su verdadero origen. Aún por demostrar, es posible que el imaginario popular no errase en este caso, al relacionar el lugar con “los moros”…
EL ENCLAVE
En relación con su función defensiva el solar elegido para el castillo tiene un alto valor estratégico y visual. Situado sobre un cerro, por una parte los escarpes naturales y los barrancos laterales dificultan el acceso y por la parte más vulnerable excavaron sus constructores un foso artificial (límite NE) que lo aislaba y dejaba perfectamente protegido. Esa posición destacada, le permitía el dominio visual que facilitaba la vigilancia de su entorno y cualquier movimiento de tropas y el contacto visual y comunicación por señales con otras fortalezas y atalayas ante cualquier alarma.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA FORTALEZA
El origen de esta fortaleza hay que vincularlo a que estas tierras se situaban en la frontera entre el territorio musulmán de al-Andalus y el reino cristiano de Pamplona. En 1084, reinando Sancho Ramírez se reconquistó Arguedas. Al ser reconquistada para el reino cristiano debemos pensar que ya existía como núcleo islámico vinculado a la medina de Tudela. No obstante, el topónimo Arguedas no aparece citado en las fuentes geográficas e históricas islámicas del periodo omeya (siglos VIII-X) que sí aluden a Valtierra (Baltirra o Baltiyarra), Murillo (Mawril), Bardenas (Bardina)… Después de 1084, Tudela y su avanzada de Valtierra quedaron estratégicamente rodeadas por un poderoso dispositivo de plazas fuertes cristianas: Funes, Peralta, Falces, Arlas, Caparroso, Ujué, Rada y Arguedas a las que en 1098 se sumaría Milagro (Miráculo, mirador u observatorio) con el fin de vigilar los posibles movimientos de tropas desde la medina de Tudela. La importancia del castillo a lo largo de la Edad Media fue creciendo, siendo considerado en la Baja Edad Media uno de los castillos mayores del reino dado su valor estratégico en la defensa de las fronteras del sur, frente a los reinos cristianos vecinos y teniendo en cuenta los salarios que recibían sus alcaides que eran de los más elevados.
FUNCIONES DEL CASTILLO
Los cometidos de los castillos fueron múltiples, siendo el esencial el de servir de enclaves defensivos, dentro de un sistema y red que abarcaba todo el reino, con especial importancia en las zonas fronterizas y en periodos de guerra. El alcaide y su guarnición defendían la plaza que en caso de guerra o peligro servía como lugar de refugio para vecinos y comarcanos con sus pertenencias, víveres y ganados. Fueron puntos de comunicación por medio de señales visuales (espejos, banderas, fuegos y humos) desde las cimas de sus torres con otras fortalezas de la red para avisar de peligros. Centros económicos que organizaban la producción y que recibían el excedente como impuestos (depósitos del trigo de recepta o pan del rey) y cobraban servicios como el molino, horno, peajes de caminos y puentes… Prisión de malhechores, lugares de ejecuciones para condenados a muerte, prenda o garantía de pagos y dotes en matrimonios reales entre distintos reinos, archivos de documentación real, lugar de reunión de cortes, residencia real o de altos personajes.
CONSTRUCCIONES DOCUMENTADAS
Para las funciones citadas, el castillo debía albergar distintas construcciones y estancias que dieran protección y servicio al alcaide, tropa y personal y posibilitasen el acopio y almacenaje. Estos elementos del castillo, arrasados y soterrados en la actualidad, quedan recogidos, directa o indirectamente, en la documentación de los siglos XIV Y XV de las obras y reparaciones de reconstrucción o mantenimiento y nos permiten vislumbrar su aspecto. Como construcciones castrenses son citadas: varias líneas de defensa con sucesivas puertas (puerta hacia Bardena), puerta falsa o poterna, defensa exterior o barbacana (hacia Valtierra, hacia Bardena), torre mayor o del homenaje, torres menores o viztorres (torrecillas o torres chicas) al menos cinco, las más comunes de planta cuadrada o rectangular pero al menos una fue cilíndrica, de planta redonda. Muros o murallas, andamios, antepechos o merlones y almenas, patio de armas, porche. Estancias de habitación: casas y palacio, sala mayor con chimenea y cocina. Construcciones de servicio: bodega subterránea o celleiro, capilla o iglesia, cárcel, establos, granero, horno y aljibe para el suministro de agua (aljup) del que se conserva la estructura subterránea.
LA REALIZACIÓN DE LAS OBRAS
Por lo general las obras se encargaban a maestros residentes en la comarca. En la Ribera son frecuentes los nombres de moros e incluso judíos como maestros yeseros, carpinteros y albañiles. En castillos situados en villas se buscaba entre los que trabajaban en el vecindario por cuestiones de rapidez y economía. Solía existir una fuerte vinculación de la gente del pueblo para trabajar en un castillo que era su defensa. Los pecheros y labradores de las distintas villas y valles estaban obligados a trabajar en las obras de fortificación por el fuero local o general, bien como braceros o peones, o bien en el acarreo o transporte de materiales hasta pie de obra. En las obras de este castillo realizadas en 1385, está constatada la participación de hombres y mujeres en las labores de acarreo de piedra, madera, tierra y otros materiales, con una discriminación en el sueldo de ellas respecto al de los varones. Estos peones podían recibir remuneración o ir por la manutención (a costa o conducho o pan de almut), también recibir otro tipo de compensación como deducciones de alguna contribución o renta real (uso de horno, molino…)
MATERIALES Y FÁBRICAS
Muchos de los materiales que aparecen documentados en construcciones y reparaciones son los que en la actualidad se aprecian en los vestigios conservados: piedra de yeso, morteros de cal y yeso, ladrillo, teja, madera, betún… Quedó registrado también el acarreo de arena de río y agua para los morteros y argamasas, así como el empleo de madera de las Bardenas. En los restos visibles podemos observar diversas fábricas: sillerías, mamposterías, morteros encofrados y spicatum, correspondientes a diferentes momentos constructivos; obra inicial, reparaciones y ampliaciones. En algunas partes han conservado un revestimiento de argamasa mientras que otras nos muestran el aparejo desnudo.
LA DESTRUCCIÓN
En 1512 tras la conquista de Navarra por las tropas castellanas de Fernando el Católico, este monarca consideró que las fortalezas navarras podían suponer una amenaza para afianzar su dominio sobre estas tierras. Incluso que los reyes de Francia, desposeídos, podían valerse de ellas para intentar recuperar el territorio. Entre las fortalezas de las que se dio orden de derribo se encontraba la de Arguedas, arrasada en aquella primera campaña.
DESDE CALLE LA PEÑA (IZQUIERDA IGLESIA)
Observando desde aquí los restos del Castillo de Arguedas podemos apreciar que en su día fue una fortaleza imponente. El escarpe vertical de la peña sobre la que se sitúan los restos de la muralla y posiblemente de una de sus torres, evidencian que sus constructores eligieron a conciencia un lugar difícil de conquistar y fácilmente defendible. Se ha conservado en esta parte un tramo de opus spicatum, una de las fábricas que se repiten entre los restos de alzados de muros que hoy en día pueden verse. Empleado desde la antigüedad romana en pavimentos y muros, en el opus spicatum (“aparejo en espiga”, “en aristas” o “en helecho”) los mampuestos en vez de colocarse en hiladas horizontales, se yuxtaponen unos sobre otros con una inclinación de unos 45º, alternando cada hilada el sentido de su inclinación. Esta técnica nació en aquellas regiones donde se encuentran de forma natural piedras en forma de pequeños bloques planos, o de guijarros en los valles fluviales. Si te decides a subir hasta el solar donde se asientan los restos del castillo, podrás observar su foso, su aljibe y otras estructuras conservadas y comprenderás el topónimo con que los vecinos lo han denominado tradicionalmente: Balcón o Balconico de los Moros. Desde ahí arriba, ese “balcón” ofrece un dominio visual del territorio circundante extraordinario y permitió vigilar cualquier movimiento de tropas y mantener contacto visual con las fortalezas próximas, emitiendo o recibiendo señales de alarma ante cualquier peligro, dentro de esa línea de fortificaciones que se extendía por el reino y que protegía especialmente estas tierras fronterizas y sus villas.
MAPA SITUACIÓN CASTILLOS MEDIEVALES DE NAVARRA
DESDE CALLE EL VAL
Defender el territorio, su población y recursos no fue empresa fácil en la Edad Media en unas tierras que primero fueron límite entre la Frontera Superior de al-Andalus (aṯ-Ṯaḡr al-Aʿlà) y el Reino cristiano de Pamplona y que después en la Baja Edad Media fueron sometidas a un continuo acoso por parte de los reinos vecinos de Castilla y Aragón. En este afán de defensa y protección del territorio surge una red de fortalezas comunicadas, entre las que se encuentra la de Arguedas, asociada al origen de la villa y cuyos restos puedes observar desde este punto. Ubicada, como es habitual, en un lugar elevado, sobre un cerro, sus constructores buscaron la defensa natural de los escarpes, barrancos y donde estos no existían excavaron un foso, en el intento de hacerla inexpugnable. Sobre ambos, escarpe y foso, se elevaron potentes muros y sólidas torres (hasta 5 torres chicas y la del homenaje según la documentación) de las que podéis observar algunos de sus vestigios. Fábricas y aparejos fueron combinándose y variando a lo largo de la dilatada vida del edificio: spicatum, mamposterías, sillerías diversas… para ampliar, adaptar o reparar la obra original de los daños ocasionados por la guerra o el tiempo. Los volúmenes reconstruidos hipotéticamente en esta lámina a partir de los restos que se aprecian en superficie, junto con otros citados por la documentación (adarves, almenas, merlones, aspilleras, salas, capilla…) darían un imponente aspecto a esta fortaleza, tratada por las fuentes bajomedievales como una de las más importantes del reino. Pero todos los cuidados y trabajos resultaron insuficientes a comienzos del siglo XVI, cuando ante el gran empuje de Castilla y los avances técnicos de la guerra, se produjo la conquista del territorio navarro y sus castillos, episodio que terminó con el derrocamiento de la mayoría de ellos. En el caso del de Arguedas en la primera campaña de 1512.
MÁS FOTOS DEL CASTILLO DE ARGUEDAS
VÍDEO CASTILLO DE ARGUEDAS
El proyecto se ha cofinanciado en un 80% del coste con fondos europeos y del Gobierno de Navarra de las Ayudas de la Estrategia de Desarrollo Rural del Programa de Desarrollo Rural de Navarra, gestionado por el Consorcio EDER
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