Exposición: Ecos del campo de Calabrocha

ESCULTURA SOSTENIBLE DE HIERRO

Del 14 al 29 Septiembre

A lo lejos se escuchan los cascos de un caballo, el ronroneo constante de un tractor que anuncia que es tiempo de cosecha, y los campos, una vez más se llenan de vida.

El ritmo de la naturaleza se fusiona con el del trabajo humano en la obra de Calabrocha, este artista no sólo crea, sino que revive lo que parecía condenado al olvido. Herramientas desgastadas por el paso del tiempo, utilizadas en los campos, se transforman en sus manos en algo nuevo. Lo que un día fue una pala, unas tijeras o una herradura, ahora renace fusionado con otros objetos, formando piezas escultóricas que capturan el alma de una tradición ancestral.

Cada una de sus esculturas guarda un pedazo de memoria de esas historias colectivas del trabajo del campo. Esas herramientas que alguna vez fueron esenciales en la vida diaria, ahora agonizan olvidadas y oxidadas. Sin embargo, Calabrocha las rescata, las adopta y les otorga una nueva existencia. Las presenta ante nosotros convertidas en personajes llenos de gracia, en animales que parecen cobrar vida. Cada una de sus esculturas es una celebración de lo rústico, de lo sencillo, pero también de lo ingenioso. Nos recuerda que hasta en lo más cotidiano y desgastado, hay belleza y potencial, esperando sólo una chispa de creatividad para revelarse ante nuestros ojos.

Ecos del Campo se nos presenta como una colección atractiva para todas las edades, para algunos es un viaje al pasado y, para otros, un descubrimiento emocionante; una oportunidad de conocer las herramientas olvidadas que sus abuelos usaron, transformadas en figuras y personajes fascinantes.

Calabrocha es un maestro en dar vida a los desechos, en rescatar lo que otros descartan. Con una mirada nostálgica y creativa, toma esas viejas herramientas que han sido testigos silenciosos de innumerables cosechas, sudores y esfuerzos, y las convierte en esculturas llenas de historia y carácter. El pasado y el presente dialogan a través de sus obras.

No sólo es un artista, sino un narrador que entreteje historias de antaño, anécdotas de vida en el campo. Se deleita en sus antigüedades, no sólo por su valor estético, sino por el peso de las historias que cargan. Su pasión por las tradiciones, por lo auténtico y lo rural, se palpa en cada una de sus palabras.

Esta exposición es una conexión profunda entre su infancia en el campo, su afición por las bicicletas antiguas y su fascinación por el mundo animal; todo reflejado en su obra.

Las esculturas de Calabrocha son el eco silencioso de los surcos trazados por el tractor, el murmullo lejano de la azada que rasga la tierra, son obras que nos hablan de una tradición que pocos ya conocen de primera mano, pero que a través de su arte podemos contemplar.

Helen Navas.