MI VIVENCIA DE LAS FIESTAS
ARGUEDANOS EN EL MUNDO
Julián Sanz Falces
Sirva, a modo de breve presentación, el decir que mi nombre es Julián Sanz Falces, cuarto hijo de Eusebio y Mª Ángeles y nieto de Margarita ‘la monja’. Tras el fallecimiento de nuestra hermana Esperanza, quedamos 4 hermanos. Estanis, Andrés, José Fermín y el que suscribe. Nací en el año 1950, por lo que formo parte de la ya famosa ‘Quinta del Sarmiento’.
Los continuos consejos de mi abuela y el tratar de emular a mi hermano Estanis, hicieron que a la edad de 10 años abandonara el pueblo y me fuese a estudiar con los Hermanos Maristas. Tras los estudios de bachillerato, magisterio y universitarios, he venido desempeñando diversas funciones dentro de la vida religiosa marista como profesor, director de colegio, Administrador Provincial y en la actualidad estoy al frente de la Editorial Edelvives, como director general.
Para cualquiera de Arguedas que, como en mi caso, ha vivido su infancia y juventud alejado del pueblo y sus costumbres, hablar de las fiestas supone un reto a la vez que una gran ocasión de expresar lo que uno siente por el pueblo que le vio nacer y sus gentes. Desde que tuve la primera oportunidad de vivir el reencuentro vacacional con mi familia y amigos durante estos días tan señalados, he procurado no perderme, mientras he podido, el pasar alguno de los días de la semana de fiestas en el pueblo. La camaradería, la sana alegría compartida, la acogida, el recordar anécdotas y vivencias de todo tipo suponen, año tras año, un momento importante en mi vida.
Gracias a los múltiples actos, programados por la comisión de fiestas y el Exmo. Ayuntamiento de Arguedas, tanto de carácter cultural como lúdico, hacen que no haya espacio para el aburrimiento: los vistosos, arriesgados y famosos encierros desde el Estrecho, los festivales taurinos, las charangas, almuerzos populares, las actuaciones de la rondalla y grupo jotero local, el concierto de la banda de música y otras muchas actividades para niños y mayores, convierten las fiestas en un marco precioso en el que ningún visitante se siente extraño. Es tan fácil pasarlo bien y divertirse sin faltar a nadie… admirar y disfrutar escuchando a esos cantores espontáneos que, conforme avanza el día y la noche, afinan y mejoran las voces alegrando las calles y bares del pueblo con sus jotas, rancheras y demás repertorio… Son momentos que no se pueden olvidar… Podrá sonar extraño y hasta “cursi”, pero a los que no tenemos la oportunidad de sentir y vivir con frecuencia nuestra tierra y raíces, nos emociona.
Pero si se trata de destacar los momentos que a mí más me gustan, los que vivo con más intensidad y emoción, estos podríamos decir que son: La solemne Salve en honor de la Virgen del Yugo, la procesión de los santos patronos, San Esteban y Santa Bárbara, y la santa misa del domingo. Actos de tradicional y gran participación ciudadana, cuidadosamente preparados y animados por la parroquia, la coral y banda de música. Ambos s constituyen para mí los actos centrales y más importantes de las fiestas. Siempre que mi calendario me lo permite procuro no perdérmelos.
Otro de los aspectos que más llaman la atención son las peñas. Por la razón apuntada de larga ausencia del pueblo, durante la niñez y juventud, no pertenezco a ninguna en concreto. Esto, lejos de suponer un problema es un motivo de alegría pues disfruto de la compañía de familiares y numerosos amigos. A su vez, me siento acogido y agasajado por las frecuentes invitaciones de distintas peñas, sobre todo de las que sus miembros rondan mi edad. A todas no puedo corresponder con mi presencia, pero en todas ellas me encuentro como en casa. La amistad, la tradicional capacidad de acogida que muestran los de arguedas siempre, pero de forma especial a lo largo de estos días, hacen que cualquier visitante se sienta feliz en Arguedas.
Como he dicho no pertenezco a ninguna peña en concreto, pero no siempre ha sido así. Ya que tengo la oportunidad, quiero dejar constancia de que en los años de mi infancia formé parte de la, entonces reconocida, PEÑA EL RAYO. Todos los componentes vivíamos en la Chantrea, condición “sine qua non” para formar parte de ella. Disponíamos, cosa que otros no pueden decir lo mismo, de local o pipero propio, aunque sin luz, en “lo de Aurelio”. Sirva como recuerdo de la peña y mis amigos, una anécdota que nos ocurrió en las fiestas del año 1959. Corría el atardecer del 15 septiembre, último día de fiestas. Habían sido unos días de mucho frío y lluvia, por lo que nos encontramos con el problema de que la mayor parte de las botellas de gaseosa, “El Montón”, que habíamos comprado para las fiestas estaban intactas. En asamblea general resolvimos llevarnos las 3 cajas sobrantes a la puerta de “La Pesca”, y allí bebérnoslas hasta acabarlas. Y así lo hicimos. Entre la pulmonía que pescamos por el frío y el agua, y los dolores de barriga y otras consecuencias digestivas fácilmente deducibles que nos sobrevinieron, nos pasamos tres días en cama. Buenos y felices tiempos aquellos. Ni mejores ni peores, pero distintos.
No quiero terminar sin expresar mi más profundo agradecimiento por la oportunidad de escribir estas letras para el programa de fiestas, y a todos aquellos que dedican su tiempo a programar y organizar los actos de estos días. Gracias a ellos disfrutar de las fiestas de Arguedas resulta muy sencillo.